El Observador
El mayor desafío actual que plantea este escenario global pero que profundiza la muerte de Tabaré Vázquez, es constituirse en la excepción a las enseñanzas de la historia. Es que a las grandes fuerzas políticas o a los grandes bloques políticos le ha costado tiempo rehacerse a partir de la pérdida del gobierno, han sido lentos los procesos de reconversión de corrientes y tampoco han sido rápidos y han requerido etapas, no todas ellas exitosas, los procesos de renovación de liderazgos.
No solo desaparece Tabaré Vázquez, sino pasa a retiro una generación.
El pasado domingo 6 de diciembre muere el ex presidente de la República Tabaré Vázquez. El 20 de octubre anterior renuncian al Senado los ex presidentes Julio María Sanguinetti y José Mujica. El otro ex presidente vivo, Luis Alberto Lacalle, se ha llamado a sí mismo a un mutis. Con estos hechos se cierra una etapa de los elencos dirigentes del país y se termina de abrir una nueva.
Otro 6 de diciembre, hace 53 años, la muerte en ejercicio del cargo del presidente de la República general Oscar D. Gestido supuso también el cierre de una etapa en los elencos dirigentes, precedida por las muertes de Luis Batlle Berres en el Partido Colorado y de Daniel Fernández Crespo, Benito Nardone y Javier Barrios Amorín en el lema Partido Nacional. En la etapa subsiguiente aparecen nuevos referentes políticos como Jorge Pacheco Areco y Jorge Batlle Ibáñez en el Partido Colorado, Wilson Ferreira Aldunate y fugazmente el general Mario Oscar Aguerrondo en el Partido Nacional, y el general Liber Seregni en el flamante Frente Amplio.
La nueva etapa es diferente para cada uno de los cuatro partidos relevantes del sistema político. El Partido Nacional inició su renovación en las elecciones de 2014 y las consolidó en las de 2019, con el liderazgo de Luis Lacalle Pou. Afronta ahora el desafío de todo partido con un líder potente en ejercicio de la Presidencia de la República y sin posibilidades de reelección inmediata. Es un tema muy difícil de resolver. Esa dificultad apareció en el Partido Colorado tras la primera presidencia de Julio María Sanguinetti hacia los comicios de 1989, en el Partido Nacional con la presidencia de Luis Alberto Lacalle hacia las elecciones de 1994, y en el Frente Amplio en tres oportunidades, al cabo de las presidencias de Tabaré Vázquez (2009), José Mujica (2014) y nuevamente Vázquez (2019). No es un tema fácil de resolver, pero es ajeno al de la renovación generacional.
El Partido Cabildo Abierto tiene un liderazgo indiscutido y consolidado. Su problema es otro: consolidarse como fuerza política, ya que acaba de cumplir tan solo dos años en un país de partidos longevos y centenarios.
El Partido Colorado no ha logrado establecer un elenco sólido de liderazgos como sucesión del dualismo Batlle Ibáñez-Sanguinetti. Se malogró por ahora un periodo referido a Pedro Bordaberry, de orientación de centro centro derecha, quien encabeza la colectividad en dos oportunidades (2009 y 2014) y abandona a comienzos de 2016 (y puede ser que torne). Fue fugaz el concluido periplo de Ernesto Talvi, orientado hacia el centro centro izquierda. Y ahora Sanguinetti, en el timón partidario, se ve obligado a postergar su retiro definitivo hasta procesar esa renovación de elenco.
El Frente Amplio afronta su segundo cambio de etapa. Primero fue el cambio desde el liderazgo fundacional de Seregni hasta el recambio por Tabaré Vázquez, primero en solitario y luego en coliderazgo con José Mujica. Ahora viene una tercera etapa, precedida por el fallido periplo de Daniel Martínez y la puesta en escena de Carolina Cosse (que inviste el cargo ejecutivo más importante para el frenteamplismo y el segundo cargo electivo más importante del país), Oscar Andrade y Mario Bergara. Corresponde sumar al intendente del segundo departamento del país –desde el punto de vista demográfico- que recibió dos veces la posta de Mujica y Lucía Topolansaky: en la noche de las elecciones departamentales del 27 de setiembre y en la reasunción del cargo el pasado 26 de noviembre. Los nombres están; pero las renovaciones no se decretan. El punto es si cada uno de ellos o todos o algunos obtienen la adhesión de los frenteamplistas y del electorado en general.
Pero tiene más temas pendientes. Debe procesar el análisis de sus tres periodos de gobierno, el por qué perdió, el qué hizo bien y qué hizo mal, qué satisfizo y en qué falló, encarar el auto análisis; debe asimismo procesar la reconversión de sus sectores políticos, a partir de la enorme dispersión que se produjo en el ejercicio del gobierno y se graficó tanto en las elecciones de 2019 como en las de 2020; y tiene que también recomponer su estructura interna, empezando por la estructura de dirección. Y este cuádruple proceso (renovación de liderazgos, reconversión de sectores, auto análisis, recomposición de la estructura), debe hacerlo cuando queda sin uno de los tres grandes referentes, con otro en su chacra en proceso de retiro y un tercero en su casa –Danilo Astori- sin saber cuándo se reintegra al Senado, o si –pandemia mediante- se reintegra.
El mayor desafío actual que plantea este escenario global pero que profundiza la muerte de Tabaré Vázquez, es constituirse en la excepción a las enseñanzas de la historia. Es que a las grandes fuerzas políticas o a los grandes bloques políticos le ha costado tiempo rehacerse a partir de la pérdida del gobierno, han sido lentos los procesos de reconversión de corrientes y tampoco han sido rápidos y han requerido etapas, no todas ellas exitosas, los procesos de renovación de liderazgos. La salida de Vázquez fue en etapas y su muerte a plazo más o menos cierto anunciada por sí mismo. Ello no obsta a que cuando ocurre, impacte y genera un vacío; a los suyos y al pueblo uruguayo en su conjunto. Quizás lo último relevante que deja, para lo que vive la sociedad en estos mismos días, es el documento que elaboró a comienzos de la pandemia apoyado en una gran cantidad de especialistas, como propuesta al gobierno y al país. Documento que en estos momentos cobra especial relevancia y vigencia. Un hombre de su trayectoria deja muchos legados. Pero el más importante de presente, es éste: el cómo enfrentar una epidemia que resulta mucho más difícil de vencer de lo imaginado muy pocas semanas atrás.