El País
En el gobierno y en el Frente Amplio hay falta de conducción" [...] La Encuesta Nacional Factum lo que revela es que el 70% de los uruguayos está insatisfecho con la gestión del gobierno según las expectativas que tenían […]El nivel de insatisfacción debe ser un llamado de atención, pero a esta altura, en que apenas se alcanza la cuarta parte del mandato, no debe ser alarmante
—La última encuesta de Factum de marzo indica un nivel de insatisfacción del 70% con la gestión del gobierno. ¿Les resultó sorprendente un nivel tan alto de desaprobación?
—La Encuesta Nacional Factum lo que revela es que el 70% de los uruguayos está insatisfecho con la gestión del gobierno según las expectativas que tenían. Es decir, es un indicador de que las expectativas son colmadas o no. Y el 70% considera que están por debajo o muy por debajo de lo que esperaba. No es sorprendente a la luz de otros indicadores de opinión pública, como la baja aprobación del desempeño del presidente Vázquez, el descenso en el promedio de evaluación de los gobernantes o la fuerte caída en la intención de voto al Frente Amplio. En su primer año Vázquez confrontó mucho con Mujica e intentó, sin éxito, frenar y revertir iniciativas del gobierno anterior; inclusive incursionó por la esencialidad en la enseñanza y tuvo que dar marcha atrás. Luego todo lo relacionado con Ancap golpeó al gobierno. Y se suma —algo nuevo bajo gobierno frenteamplista— el fin del crecimiento económico, el comienzo de la recesión, el aumento de la desocupación y el alto nivel de inflación.
—¿Le parece que el nivel de insatisfacción de personas que se dicen frenteamplistas debería ser un factor de inquietud para el gobierno?
—El nivel de insatisfacción debe ser un llamado de atención, pero a esta altura, en que apenas se alcanza la cuarta parte del mandato, no debe ser alarmante. Debería servir para ver con más cuidado por dónde hay que ir para revertir la situación y quizás ir por una comunicación que asuma que la situación es difícil y que el gobierno está enfrentado a tomar medidas difíciles e impopulares. La no satisfacción de los votantes del Frente Amplio es con el presidente (39% no aprueba su gestión), con el gobierno en su conjunto (60% considera que su gestión está por debajo o muy por debajo de las expectativas) y con el Frente Amplio como tal. Este conjunto de manifestaciones de disconformidad debería ser tenido en cuenta por el presidente, por el gobierno y por los líderes frenteamplistas. Da la impresión de que la dirigencia del Frente Amplio continúa hablando a los más firmemente convencidos y no tiende líneas con los descreídos y desilusionados.
—Cabe esperar que el ajuste fiscal impacte fuerte en la aprobación de la gestión?
—El ajuste se suma a otro conjunto de insatisfacciones. Hay que esperar pero puede no aumentar la desaprobación, sino tener un efecto cualitativo de reforzar las razones por las cuales la gente desapruebe, sin mover la aguja.
—¿Cree que hay un riesgo cierto de que el Frente Amplio pueda perder las elecciones?
—El problema más importante hacia las elecciones es qué pasa con ese segmento tan importante de gente desilusionada con todos los partidos. Y para el Frente Amplio lo importante es qué hacen sus propios desilusionados, que por ahora no atraviesan ese "muro invisible" que los separa de los partidos tradicionales. El Frente Amplio cae pero esa caída no es recogida ni por el Partido Nacional, ni por el Partido Colorado ni por el proyecto Novick.
—¿La gente percibe falta de liderazgo del presidente o problemas de gestión ministerial o ambas cosas?
—Son muchas las causas de la insatisfacción. Sin duda hay una percepción dominante de una falta de conducción en el gobierno y también en el Frente Amplio.
—¿La insatisfacción tiene que ver básicamente con la situación económica o hay otros factores que están incidiendo mucho, como, por ejemplo, la inseguridad?
—La inseguridad parece hoy no tener efectos. Hay una disconformidad generalizada y una cierta resignación. El crecimiento de la inseguridad es un fenómeno de tres décadas. La gente no culpabiliza a ningún sector político en particular. La situación económica afecta mucho, pero también la no resolución de otros problemas estratégicos, como la educación.
—Usted mencionó que los desilusionados frenteamplistas no pasan el "muro invisible" que los separa de los partidos tradicionales. ¿Puede el Partido Independiente beneficiarse de esa situación? ¿Por qué los partidos tradicionales no capitalizan la situación? ¿No "ilusionan"?
—El Partido Independiente en principio se está beneficiando de su situación de "por encima del muro". En la medición del primer trimestre del año crece del 3% al 5%, al captar 1% del Frente Amplio y 1% del Partido Nacional. También se beneficia Unidad Popular que capa otro 1% del Frente Amplio. El tema es que la gran mayoría de los desilusionados ya se han acostumbrado a votar "partidos de gobierno" y en ese sentido les parece el voto al Partido Independiente como un "voto testimonial". El PI necesita cambiar esa percepción. El problema de los partidos tradicionales no es que "no ilusionen", sino que su proyecto, o su dimensión ideológica es diferente y eventualmente opuesta a la visión de izquierda.