Semanario Crónicas
Los descontentos con el Frente Amplio (FA) crecen y la falta de respuesta de la fuerza política puede hacer que en las próximas elecciones opten por cambiar de partido, advirtió el politólogo Oscar Bottinelli en entrevista con Cronicas. De todas formas, sostuvo que la izquierda no asume la pérdida del electorado que ha sufrido, dado que “no ha implementado una sola medida que apunte” a revertir esa situación. Pero “esto no se cambia con una campaña publicitaria”, afirmó, sino que es necesario “un cambio radical en materia tributaria”
-¿Qué balance hace de las gestiones frenteamplistas?
-Los dos primeros períodos de gobierno frenteamplista tuvieron como característica central un auge económico casi sin precedentes en el país, por la intensidad y la extensión que tuvo, y eso le permitió al FA desarrollar muchas políticas, sobre todo sociales.
Al terminar el segundo gobierno se notó que en esos 10 años no hubo una preocupación en cuanto a inversión en infraestructura, ya sea en rutas y vías férreas como en vivienda, donde no hubo solución a problemas estructurales habitacionales, ni eliminación de los asentamientos –sí un mejoramiento, pero no un cambio radical-.
-¿Y al llegar al tercer gobierno?
-Vinieron dos cosas. Primero las restricciones, es decir, la situación económica es otra en Uruguay, y es mucho más grave lo que pasa en Brasil y en el vecindario en general. Segundo, se nota que una vez agotado el boom económico, el FA demuestra carencia de planes, no se ve que haya un proyecto país del FA.
-¿Eso es propio de este período?
-No, siempre fue igual.
-¿No hubo un proyecto país desde que el FA llegó al gobierno?
-Al principio quedaban dudas, daba la impresión de que había. Lo que sí había era algunas sensibilidades de políticas a realizar, que podía ser un proyecto país, pero no culminó en eso porque faltó tiempo o porque debió haberse continuado en este período y no se continuó.
-¿Y qué es lo que diferencia a este período de los dos anteriores? Es decir, ¿por qué se define?
-Es un gobierno que lo que más hace es tratar de sostener políticas iniciadas en períodos anteriores, incluso con medidas para tapar permanentemente algún agujero para que no se le destape otro.
El gobierno está manejando el concepto del tipo de cambio como el ancla de la economía, pero el tipo de cambio bajo siempre trae un efecto muy positivo: estimula el consumo porque se hace muy barato comprar productos importados. El acceso al último smartphone o al auto en relación al nivel salarial es muy fácil, y esto hace que la gente sienta que tiene un nivel de riqueza que no tenía, porque esta se expresa no en bienes duraderos como viviendas, sino en viajes, celulares, autos.
Por otro lado, es complicado para la producción nacional, porque los costos internos, medidos en dólares, son muy elevados, y Uruguay afronta serios problemas de competitividad en lo que fabrica y en servicios.
-Y la respuesta del gobierno ante esto…
-Las cuentas públicas están con un déficit importante, creciente, y el FA tiene serias dificultades para acordar recortes. Hasta ahora ha optado por aumentar la recaudación, que en general se viene aumentando tomando como objeto al sector medio, que vía IRPF, IVA, costos sociales, es el más recargado, frente al sector más alto, que a través de una zona franca o un proyecto de interés nacional, puede trabajar prácticamente a impuesto cero.
-¿Por qué afirma que el FA no tiene un proyecto país?
-Lo que marca que el FA no tiene claro un proyecto país es que está poniendo como el gran objetivo de este gobierno al Sistema Nacional de Cuidados, que es muy importante en un conjunto global de asistencia al individuo, pero no se puede definir un proyecto país por esto, que es algo que complementa, nunca es el centro.
El haberlo puesto como el centro está marcando que faltan elementos, sobre todo cuando el FA sigue con dificultades para resolver los temas educativos. Buena parte de los uruguayos creía que el FA tenía la llave para resolver el tema educativo. Y la reforma de la salud ha sido un avance pero quedan cosas pendientes, sigue sin ser un sistema integrado.
-¿Esto ha tenido efecto en el electorado?
-El FA ha perdido mucho electorado en las capas medias, aunque no lo ha reconocido ni ha implementado una sola medida que apunte a ese sector social. Y los niveles más bajos tienden a ser más volátiles electoralmente, a guiarse más por inmediateces, actúan en función de resultados.
-¿Qué ha pasado con los niveles bajos?
-El FA ahí empezó a tener franjas muy importantes de descontentos, y a tener enemigos: una llegada que hubo desde el PN a esos niveles bajos, y la aparición de Novick, que está teniendo un principio de llegada. Lo curioso es la falta de preocupación que exhibe el FA por este fenómeno.
-En el último almuerzo en Panini’s recibimos al ministro Danilo Astori, quien admitió que hoy hay muchos frenteamplistas descontentos que prefieren otra opción partidaria. ¿A qué atribuye esta situación?
-Cuando uno habla con la gente, lo que recibe de clima subjetivo coincide con lo que se ve en las encuestas. El FA no anda muy por encima del 30% pero hoy no hay elecciones, y por tanto la gente se siente más libre de expresar enojos, discusiones, pero si hubiera elecciones este domingo capaz que se decidiría.
La tercera parte del FA está en un nivel que puede llamarse de desilusión, enojo, descreimiento, y esto es muy sólido, es muy claro en las capas medias y empieza a verse también con bastante fuerza en los niveles más bajos.
-¿Cómo debería reaccionar el FA ante esto?
-Esto no se cambia con una campaña publicitaria, es decir, la reacción debería ser implementar cambios fuertes de gobierno, un cambio radical en materia tributaria, me refiero a leyes y esquemas tributarios, pero además al tratamiento de la DGI (Dirección General Impositiva), del BPS (Banco de Previsión Social) y del Ministerio de Trabajo a esa clase media.
No hay una sensibilidad política en esto, pero esas capas medias requieren un cambio y el FA no lo está percibiendo, y si lo percibe quizás sea un poco tarde. Lo que está dado es el nicho para la aparición de un espacio político dentro del FA que refleje todo este descontento, ahora, tiene que ser un espacio hipercrítico de todo el resto del FA.
-En línea con esa realidad, Esteban Valenti creó el Grupo Ideas.
-Sí, él propuso eso, hay otras propuestas, pero se requiere algo muy estructurado, muy grande.
-¿Hacia dónde van esos descontentos con el FA?
-Yo había manejado la teoría hasta hace un tiempo del muro invisible, en parte la sostengo, que implica que hay muchos elementos que impiden a una parte importante de los disconformes irse hacia los partidos tradicionales.
-¿Por qué razón?
-Por un lado, porque lo que los desilusiona del FA es lo que los llevó a no estar con los partidos tradicionales, es decir, que en el FA están por los cargos, que están atrás del poder, pero esa era la crítica que les hacían a los blancos y a los colorados. Por lo tanto, no es que porque uno está mal van a ir al otro que está igual o peor.
Por otro lado, el sector capas medias es en el que más prevalece el pensamiento más liberal en lo cultural, o lo que se llama la nueva agenda de derechos, donde ha sido más fuerte el apoyo a todo el tema del aborto, de la mujer, del matrimonio igualitario, y donde ven a los partidos tradicionales en la antítesis de ese pensamiento, entonces, ahí sí hay un muro ideológico.
-¿Quiere decir que la oposición no se beneficia del aumento de los desilusionados con el FA?
-La oposición tiene definiciones que no coinciden con las de esa masa de descontentos, ese es el tema. Donde la oposición puede avanzar, y probablemente avance si el FA no da respuestas, es en los sectores más bajos, que son sectores un poco más desideologizados.
También es probable que si el FA continúa en esta línea de medidas que muchos sectores de la clase media ven como agresivas o excesivas, como los aumentos del IRPF que se produjeron en enero, va a empezar a encontrar gente a la que eso no le guste y que quiera probar un cambio.
Por ahora al FA lo ayuda a sostenerse el hecho de que no hay elecciones, es decir, las encuestas reflejan estados de ánimo que entre otras cosas tienen como posibilidad decir: “no voto a ninguno”, pero cuando llegue la elección hay que decidirse; quizás podría aumentar el voto en blanco.
-¿Considera que ese malestar se expresará en los votos en las próximas elecciones?
-Podría reflejarse y podría producirse finalmente el cambio de partido. O la gente a pesar del descontento vota al FA, o llega un momento en que dice: “me harté y pese a las diferencias, voto a los otros”.
-¿La oposición ha aprovechado este contexto?
-Yo creo que no lo ha aprovechado. Creo que la oposición está padeciendo algo que padece el FA y que es muy común en las dirigencias políticas, y es que quedan muy prisioneros de hablar a su propia gente, es decir, cuesta mucho mentalmente centrarse en lo que piensa aquel al que uno quiere llegar, esa es una dificultad.
-¿Cómo ve posicionados a los partidos opositores?
-El Partido Nacional (PN) está sólido, con algunos desgastes, pero parecería que los está superando. Se ve una posición dominante muy nítida de [Luis] Lacalle Pou, y es mucho más importante la visión de su fortaleza que la fortaleza real; me refiero a la percepción en la gente de que inevitablemente él es el candidato del PN, y por lo tanto es uno de los que tiene chance de enfrentar o desplazar al FA.
Después está el Partido de la Gente (PG), y por otro lado el Partido Colorado (PC), que se encuentra en una situación cada vez más difícil, y sin duda lo del Cambio Nelson, con razón o sin ella, lo ha golpeado más de lo que estaba.
La suma PC y [Edgardo] Novick podría equilibrar al PN, pero en la medida que sean dos opciones diferentes, o Novick crece mucho y emparda al PN, o queda uno más grande –el PN- y dos más chicos –el PC y el PG-. Dependerá de qué pase con el fenómeno Novick, que es bastante impredecible y es un actor que hay que tomar en cuenta.
-¿A quién tiene más chance de desgastar Novick, a la oposición o al FA?
-Ha repercutido sobre la propia oposición, en particular al que más ha erosionado ha sido al PC, y algo al PN. La impresión es que puede erosionar al FA, más en los niveles bajos que en los medios.
-¿Novick representa el descontento con el sistema político?
-Está haciendo un esfuerzo por representarlo, por ser el hombre del anti-establishment, y puede llegar a representarlo.
-El mes pasado, en una de sus columnas en El Observador, dijo que “el régimen electoral está en su etapa final”. ¿A qué se refiere exactamente?
-A que el régimen, que es todo lo relativo a derechos de los actores, es decir, el padrón electoral, la presentación de candidaturas, la organización de elecciones, el conteo de votos, ha quedado muy obsoleto, al punto de que son crecientes las desprolijidades.
El último ciclo electoral marcó desprolijidades enormes, y si algo de eso hubiera ocurrido en Ecuador, hoy ese país estaría incendiado, pero a Uruguay lo salva que hay un acto de fe en los resultados.
-¿Se refiere a la desaparición de los 77.000 votos que denunció?
-Vamos a no hablar en términos que pueden molestar. Me refiero a que matemáticamente no coincide el total de votantes con la suma de votos en las elecciones departamentales del 2015, y tampoco hay una única cantidad total de votantes en las elecciones nacionales del 2014, donde aparece un número total de votantes en una suma de la Corte Electoral, y otro cuando hacen la proclamación del plebiscito. No puede haber dos totales distintos.
Las elecciones fueron prolijas desde el punto de vista técnico, pero estoy hablando de otro fenómeno, de que los números no coinciden, y si esto se repite en un futuro, se puede llegar a una pérdida de credibilidad en la democracia, pero hasta ahora nadie se ha preocupado.
En las elecciones, cuando la diferencia entre el primero y el segundo más votados es menor a los números que faltan matemáticamente, llega un momento en que alguien se enoja y dice: “acá me estafaron”. Esto es lo común en América Latina, evitémoslo.
-¿La Corte Electoral tampoco se ha preocupado?
-La Corte Electoral demostró poca preocupación por el diagnóstico. Entonces, hay muchos cambios que hacer y muy grandes. Cuando uno publica una planilla entera diciendo departamento por departamento los votantes que hubo, la cantidad de votos y la diferencia entre los dos totales, y no se le mueve un pelo, eso es preocupante.
Lo más probable es que hayan sobrado votos en blanco parciales, o sea, que fueron en blanco para intendente, pero con una opción a las alcaldías. Yo manejé esa hipótesis, pero hay que demostrarla. Esto hay que investigarlo, es cuestión de hacer auditorías. Me preocupa porque veo cómo la confianza se puede erosionar.
-¿Los uruguayos confían más de lo que deberían en el régimen electoral?
-Creo que hay un buen nivel de confianza, pero no hay que perderlo. El nivel de confianza se pierde el día en que hay desprolijidades que hacen dudar si el resultado fue el correcto, eso es lo que hay que cuidar.
-Rechazó presidir la Corte Electoral, justamente, por dificultades para cambiar el proceso de elecciones. ¿Qué es lo que debe modificarse en nuestro sistema?
-Yo creo que es un proceso muy largo que tiene que empezar con modificaciones relacionadas con el régimen electoral, no solo para asegurar garantías y transparencia, sino para no caer en lo que se cae habitualmente, que es en costos excesivos y en ahorros innecesarios.
-¿Qué cambios propone en ese sentido?
-Creo que hay que eliminar la inscripción cívica, que fue un gran logro en 1924, pero no por eso podemos pensar que sirve 100 años después. Hoy todos los que nacen en territorio uruguayo tienen Cédula de Identidad, por lo tanto no necesitamos duplicar.
-¿La credencial estaría obsoleta entonces?
-La credencial hoy no sirve para nada. Según mi credencial yo soy un joven delgado de formidable cabellera, y solo un acto de fe de los miembros de mesa permiten que yo vote con esa fotografía, cuando la cédula nunca tiene más de 10 años.
Por otro lado, yo creo que hay que hacer un registro nacional de domicilio, y una vez que uno se inscribe, no cambia el domicilio hasta que se muda. Ese registro se utilizaría para llamar al médico, para el BPS, para inscribir al nene en la escuela, para abrir una cuenta en un banco, para ir a votar, pero que sea siempre en el mismo lugar, que uno ya sepa dónde vota y eso no cambie.
-Se mostró contrario al voto electrónico. ¿Por qué?
-Creo que no se puede proponer hasta que todos los ciudadanos lleguen a la cultura digital.
-Pero hoy los uruguayos hacen pagos a través de internet.
-Sí, pero no todos hacen pagos, y todos tienen que votar.
-¿No están preparados los uruguayos para el voto electrónico?
-Lo que pasa es que tenemos culturas muy distintas, primero etarias, segundo sociales, y tercero de rapidez tecnológica.
-Lo tienen países mucho más atrasados.
-El voto electrónico es todavía una gran excepción en el mundo, predomina el voto en papel. No hay que confundirlo con el escrutinio electrónico, que es otra cosa.
-¿Eso se podría implementar?
-Acá lo que se puede hacer es registrar a los votantes en forma digital, es decir, si en cualquier mutualista uno dice el número de cédula y aparecen los nombres y apellidos, se puede hacer lo mismo. Y después todos los pasos del escrutinio se hacen digitalmente.
También se debería achicar el tamaño de las hojas de votación, y poner menos mesas y más gente por mesa. Además, cortar con las coberturas de las consultoras, o sea, que dos o tres horas después de cerradas las urnas, esté el resultado primario hecho por el conteo de votos del 99% de las mesas. La gente en la Corte no entiende que la sociedad en la época del twitter no soporta no tener datos al poco rato que ocurrieron las cosas.
-¿Qué posibilidades hay de llevar adelante estas reformas de cara a las próximas elecciones?
-Yo creía que se podía hacer si asumía en la Corte a más tardar en febrero.
-¿El sistema político es consciente de este problema? Todos los partidos lo apoyaron cuando le ofrecieron presidir la Corte. ¿Eso significa que están de acuerdo con la urgencia de implementar estos cambios?
-Son conscientes de que hay problemas y por eso querían que yo estuviera ahí, pero el sistema político se enreda mucho en buscar soluciones a muchas cosas.