20 Set. 2019

¿Cuántos uruguayos se sienten frenteamplistas, blancos o colorados?

Eduardo Bottinelli - Entrevista de Tomer Urwicz

El País

Las tres principales colectividades tienen un “piso” más bajo, según la última encuesta de Factum, y es que "la desafiliación política también está penetrando en la sociedad uruguaya”.

En el país de los 3,5 millones de directores técnicos, no es extraño que buena parte de su población se defina de un cuadro de fútbol concreto. Pero en las identidades que los uruguayos construyen a lo largo de su vida, cabe algo más que un equipo deportivo. Pese a la creciente desconfianza en los partidos políticos y en el sistema democrático, el 63% de los electores se autopercibe frenteamplista, blanco o colorado.

Eso sí: aquellos que reconocen pertenencia a una colectividad política son cada vez menos. Según la última encuesta de Factum, a la que accedió en exclusiva El País, antes de las elecciones de 2014, el 71% se autoidentificaba con uno de los tres partidos tradicionales -inclúyase al Frente Amplio.

Sucede que, aunque “más lento que en otros países, la desafiliación política también está penetrando en la sociedad uruguaya”, explica el sociólogo Eduardo Bottinelli. En contrapartida, hay un crecimiento de “otras definiciones”.

La quinta parte del electorado uruguayo se considera apolítico, liberalista o perteneciente a cualquier otro “ismo”.

Este cambio en la identidad partidaria, dice Bottinelli, “es clave para las colectividades porque se trata de su núcleo duro, de su piso”. Los tres partidos que alguna vez ocuparon la Presidencia han bajado su piso desde 2014: el oficialismo y el Partido Nacional cayeron tres puntos, mientras que los colorados lo hicieron dos.

“Es difícil encontrar identidades coloradas fuertes entre los más jóvenes”, señala el director de Factum. Entre aquellos que se autoperciben del Partido Colorado, los mayores de 60 años duplican a los más jóvenes. El Partido Nacional es quien tiene una distribución etaria más homogénea. Y en el Frente Amplio existe “una base muy sólida” entre aquellos que eran jóvenes en la dictadura y votaron por primera vez entre el plebiscito de 1980 y las elecciones de 1989.