Semanario Brecha
No se puede analizar cómo se ha parado el FA en relación con la crisis sanitaria, económica y social sin considerar todos los elementos problemáticos, estructurales del Frente, que determinaron su derrota el 27 de octubre […] Si la gente votaba con el bolsillo, no había forma de que el Frente perdiera: la gente vivió mucho mejor que antes. Entonces aparece aquí todo un conjunto de temas: cómo es que un gobierno que llega con muy buenos indicadores pierde
—¿Cuáles son los problemas para que el Frente apareciera algo lento en la reacción en los primeros días del nuevo gobierno?
—No se puede analizar cómo se ha parado el FA en relación con la crisis sanitaria, económica y social sin considerar todos los elementos problemáticos, estructurales del Frente, que determinaron su derrota el 27 de octubre. No es que sean hechos supervinientes, sino que se trata de todo un conjunto de sucesos que lo lleva a perder en primera vuelta, a desaprovechar los espacios de pelea que podía tener hacia el balotaje, y que no generó después de esas pérdidas ningún autoanálisis. Primó el “después se verá”, cuando se debía analizar qué pasó, para encarar esta legislatura y posicionarse por primera vez en su historia como oposición después de haber sido gobierno, realidad que no tiene nada que ver con la etapa previa de oposición cuando todo era construcción hacia el gobierno. Estos días estaba procesando una encuesta del segundo semestre de 2019. Resulta impresionante el porcentaje de gente que consideraba que el año pasado vivía mejor en salud, en trabajo, en lo económico, en relaciones familiares, que diez años atrás, y el Frente, a pesar de esa visión de la gente, pierde. Entonces, eso requiere análisis, y lo máximo que llegan a estudiar es si estuvo bien el eslogan o un detalle de campaña. Nadie pierde el gobierno por una mala campaña electoral.
—¿La gente no votó con el bolsillo?
—Si la gente votaba con el bolsillo, no había forma de que el Frente perdiera: la gente vivió mucho mejor que antes. Entonces aparece aquí todo un conjunto de temas: cómo es que un gobierno que llega con muy buenos indicadores pierde. La derrota de Macri se aclara en 30 segundos; lo del Frente requiere una larga explicación. Hay que buscar mucho. Hay temas éticos, de gente que vive mejor. La clase media fue constantemente agredida por el FA; la trató como si fuera el peor de los enemigos y además negó que fuera así. Fue perdiendo contundentemente en los barrios de clase media y media alta.
—¿Lo dice por la política impositiva?
—Un dato que no es nada menor: hubo sectores del Frente, a los cuales ciertos sectores del periodismo llaman radical, que propusieron eliminar las exoneraciones de impuestos a las grandes inversiones. Ello fue visto dentro del FA, por lo que podemos llamar sectores moderados, como una cosa atávica e infantil de los grupos radicales. Pero hará unos tres meses, un informe del FMI sostiene que el déficit fiscal de Uruguay es inferior a las exoneraciones tributarias; si no me equivoco, es el 7 por ciento del PBI, mientras que el déficit anda por el 5 por ciento. Eliminar las exoneraciones fiscales es la opinión nada menos que del FMI.
—¿Hay falta de conducción partidaria?
—Cuando se habla de liderazgo, se piensa en una sola persona. Los liderazgos son individuales o colectivos. Más aun, el FA tiene una larga experiencia de conducciones colectivas. En general, si uno saca el período de la transición de la dictadura a la restauración institucional, Seregni nunca fue verdaderamente un líder, fue más un conductor de un equipo colectivo. Liderar individualmente lo hizo entre 1982 y 1985, cuando impuso una conducción y una línea de salida institucional, aun inicialmente con la opinión negativa de la mayoría del Frente. El propio Vázquez fue muy personalista, pero nunca fue un conductor, un individuo que trazara un camino estratégico. Fue un hombre que se movía de acuerdo a sus olfatos, muy refinados, pero no conducía estratégicamente, daba siempre golpes tácticos. Pero a pesar de ese personalismo, se reunía todas las semanas en su casa con lo que llamaban “cabezas de lista”: Astori, Gargano, uno de la Vertiente (según la época Arana o Couriel), Mujica, Marina Arismendi, que en aquel momento era cabeza del PCU. Y ahora no hay una conducción colectiva. No es una conducción política la del Secretariado, es un ámbito de conducción de aparato, pero no de estrategia política. El candidato presidencial termina siendo el más popular; eso no necesariamente tiene que ver con la conducción del partido político. Eso tiene un riesgo, y se termina generando una forma de acción política en la que son mucho más expertos los partidos tradicionales. Además, con un hecho: en los partidos tradicionales siempre el más votado lo es no sólo porque tiene más adhesión popular individual, sino que tiene el mayor grupo político del partido. En el FA el candidato a presidente no tenía una estructura atrás, las fracciones se movían por un lado y el candidato por otro. Y esto no es culpa del candidato, es un tema consecuencia de una forma de estructura y funcionamiento. Entonces, cuando llega un período como este, te encontrás con que el candidato de la fuerza política que salió primera no está. Es una persona suelta, ahora candidato a intendente, y cuando se suspenden las elecciones, no tiene rol alguno; es muy extraño. En la reunión en la que el FA va a llevar las propuestas al presidente de la república, va con una delegación en la que falta la figura que representa al sector que cuenta con más de la mitad de sus diputados [se refiere al MPP]. Hay algo raro en la forma de funcionamiento. Creo que los problemas que tiene el Frente son de carácter estructural.