30 Set. 2012

El poder de decisión de Vázquez

Oscar A. Bottinelli

El Observador

El desafío más importante que tiene el Frente Amplio hacia las elecciones nacionales de 2014 está en las manos de Tabaré Vázquez: la decisión de si éste va a ser o no el candidato del Frente Amplio.[...] Su candidatura resuelve al Frente muchos problemas. No todos. [...] El problema mayor, de previo y especial pronunciamiento, es si Tabaré Vázquez decide ser candidato.

El desafío más importante que tiene el Frente Amplio1 hacia las elecciones nacionales de 2014 está en las manos de Tabaré Vázquez: la decisión de si éste va a ser o no el candidato del Frente Amplio. Formalmente Vázquez lo que va a decidir es si acepta que su nombre pueda ser puesto a disposición para el caso de que los frenteamplistas consideren conveniente postular su nombre al Congreso del Frente Amplio, para que éste lo tenga en consideración en el momento de decidir la candidatura a la Presidencia de la República. En buen romance y formalidades aparte, va a decir: soy o no soy el candidato.

Su candidatura resuelve al Frente muchos problemas. No todos. Una parte muy importante de los frenteamplistas enojados o desencantados lo están con el actual gobierno, quizás con todas o muchas de las corrientes partidarias, unos cuantos con el equipo económico, otros con los demás equipos, todos con la estructura frenteamplista. Toda esta parte, más o menos la mitad de los desencantados, coinciden en creer en Tabaré Vázquez. Con él desaparecen el enojo, el desencanto, la desilusión, el descreimiento. Son los refractarios en espera del Mesías. Allí el Frente Amplio recupera la mitad de lo perdido.

El problema es la otra mitad, la de los que no creen en el retorno del Mesías, porque no creen en este Mesías. Vázquez es la fuente primaria de su desencanto, a la que se agregan los empujes hacia el desencanto que les produce el gobierno de Mujica y otro empuje más viejo de enojo con el equipo económico, en particular con Astori, IRPF mediante (y otros aledaños en los que nada tiene que ver el equipo económico y que parten de la política laboral y previsional). Ese contingente se considera políticamente de izquierda y culturalmente liberal. Coinciden con Vázquez en que ven en él a un hombre de izquierda, exponente del Uruguay basado en la superación individual mediante el estudio y el trabajo, en el país solidario e igualitario, con sentido social, en el país que apuesta al mejoramiento personal, al país que encarna los valores típicos de la clase media. Discrepan con él en los valores culturales: Vázquez es culturalmente un hombre conservador, estos frenteamplistas son culturalmente liberales. El símbolo de ese divorcio quedó graficado en el de veto a Vázquez a la ley de despenalización del aborto. Pero los mismos elementos que lo separan de Vázquez los separan de todos y cada uno de los potenciales candidatos nacionalistas, colorados o del Partido Independiente. Con la diferencia que ven en Vázquez a un hombre de izquierda y a los posibles candidatos nacionalistas y colorados como hombres de derecha. A ello hay que sumar el que son viejos frenteamplistas, no necesariamente por edad, por ser de los que adhirieron al Frente en su fundación o en el retorno a la democracia, sino también por ser hijos de hogares de esas viejas etapas frenteamplistas. Para decirlo de manera muy simple, en algo que parece simple pero es muy profundo: adhieren a la bandera tricolor y a las F y A entrelazadas, vibran con ello, sienten nostalgia de Seregni, al que admiran hoy mucho más que cuando estaba vivo.

Todo esto son puentes muy importantes para que Tabaré Vázquez por un lado, el Frente Amplio por otro, las diversas corrientes por el suyo, logren bajar el desencanto. Aquí, en esta gente, se juega el futuro de la elección para Vázquez y el FA. Porque el FA no necesita demasiado salir a captar votos ajenos, le basta con los propios (los propios que se desencantaron ahora más los propios que se desencantaron entre 2004 y 2009). Es pues una lucha en terreno conocido, y por conocido, nada fácil. Los primeros pasos de Mónica Xavier y su elenco a la cabeza de la estructura frenteamplista van en la dirección correcta en cuanto a la captación de estos desencantados. Pero primero falta mucho en cuanto a señales desde la estructura, con lo hecho en estas pocas semanas no basta, y además no todas las señales van en el mismo sentido, sí la mayoría.

El problema mayor, de previo y especial pronunciamiento, es si Tabaré Vázquez decide ser candidato. Cada día da más señales positivas; su gente, su pequeño círculo, empuja cada vez más y busca generar la inexorabilidad del retorno. Pero da la impresión de que el hombre todavía duda. Hay dos barreras a superar. La primera tiene que ver con la interna frenteamplista: no va a tener un apoyo automático de todas las corrientes como lo tuvo en 2004; cuanto más se erosione este gobierno y se dificulte el mantenimiento electoral del poder, el terreno le será más fértil para imponer condiciones. Necesita llegar a fines del año que viene con un presidente con baja confiabilidad, con un gobierno con mucho desencanto y con una fuerza política que sienta en riesgo las elecciones, lo que puede traducirse que no supere con comodidad el 44% de la intención de voto en un contexto de bajo nivel de indefinidos y alto nivel de refractarios. Por ahí anda el escenario que le permita, como en 1993, como en 2003, plantear: solo soy candidato si cuento con plenos poderes, cheque en blanco y respaldo incondicional a mi gobierno y a lo que el gobierno impulse. Y esta vez es muy en serio que puede decir “no soy candidato”; no lo era en 1993 y mucho menos en 2003, y sin embargo obtuvo lo que quería.

El mayor de los problemas está fuera del alcance suyo: ¿cuál será el contexto económico con que se encontrará en una eventual segunda Presidencia? Porque él llegó a la primera como consecuencia de un país devastado, donde las medidas de recuperación impulsadas al final del gobierno Batlle no eran vistas como tales por el grueso de la opinión púbica, donde existía la creencia generalizada de que se estaba tan mal en 2004 como en 2002. Para abajo no había posibilidad de ir, todo lo que tenía por delante era hacia arriba, mucho o poco, pero siempre hacia arriba; y tuvo (y también logró) que la subida fuese extraordinariamente fuerte. Tuvo el papel de Papa Noël. No nació para como Rajoy pedir a los ciudadanos que se ajusten el cinturón. Entonces, para él es fundamental ver cuál es el próximo escenario económico. En lo que él perciba, en medio de pronósticos económicos no coincidentes, está la clave de que acepte o no su candidatura.


1 Segunda de cuatro notas sobre el posicionamiento de los partidos a dos años de las elecciones nacionales del 26 de octubre de 2014. Ver Desafíos Electorales para el F.A., El Observador.