25 Jul. 2020

“Herencia maldita” y eficacia

Oscar A. Bottinelli

El Observador

En los seis casos en que se apeló a la “herencia maldita” y el gobierno concluyó su periodo, en todos ellos el partido invocante perdió bancas, en un mínimo de 4 y un máximo normal de 9 (y caso extraordinario de 23) […]. En cuanto al contrario, en cuanto al maldecido … de haber habido efecto, habría sido poco duradero, en tanto ambos partidos -el Nacional y el Colorado- retornaron a la cabeza del gobierno a posteriori de las campañas contra su herencia

No se observan efectos ni en pro ni en contra en el uso del instrumento

Hasta ahora han sido elegidos por el pueblo doce gobiernos en las últimas seis décadas. En esos doce cambios de gobierno hubo dos grandes giros históricos: el fin de casi un siglo de hegemonía colorada y el fin de un siglo y tres cuartos de hegemonía de los partidos fundacionales1. En el primero de esos giros, cuando el Partido Nacional logra la hazaña mundial de resistir 93 años en la oposición y llegar al gobierno, siente la necesidad de invocar la “herencia maldita”. El legado nefasto que dice dejaron los colorados.

De esos doce gobiernos, en dos no fue necesario por obviedad invocar la maldición de la herencia: Sanguinetti en 1985, tras el militarismo y Vázquez en 2005 tras el descalabro económico, financiero y social habido tres años antes. En otros tres casos parecería que se consideró que la herencia no fue maldita o al menos no se invocó: Bordaberry como sucesor de Pacheco, Sanguinetti (segunda presidencia) luego de Lacalle2 y Mujica en sucesión de Vázquez. En cambio, ha habido siete casos de actitudes que supone denunciar la maldición de lo recibido. En cuatro de ellas el invocante fue el Partido Nacional, en sucesión dos veces del Partido Colorado (1959 y 1990), una (la actual) respecto al Frente Amplio y una de sí mismo (segundo colegiado blanco respecto al primero, en 1963). En dos oportunidades la invocación fue del Partido Colorado: Gestido tras el segundo colegiado blanco (1967) y Batlle luego de Sanguinetti (2000), es decir, gobierno colorado contra sí mismo. Y en una lo fue el Frente Amplio, respecto a sí mismo: Vázquez en su segunda presidencia sobre Mujica (2005).

Otra forma de contar es que de las siete invocaciones a la “herencia maldita”, cuatro fueron de un partido contra otro, y en tres oportunidades del mismo partido contra sí mismo, lo cual arroja un perfecto equilibrio, ya que los tres grandes partidos incursionaron por el mismo andarivel, denunciaron su propia “herencia maldita”. Esta es la síntesis de la invocación a la “herencia maldita” aquí en Uruguay.

Ahora bien ¿cómo le fue a cada partido? Es obvio resaltar que los movimientos electorales no son univariados, que las causas de ellos son múltiples. Por tanto, la relación entre práctica y resultado puede ser una sobrevaloración de la variable en cuanto causa, en cuanto productora de efectos. Con esa salvedad, no está mal analizar cada una de las siete veces que se invocó la “herencia maldita”, o para ser más precisos, se hicieron denuncias o se exhibieron diagnósticos que supusieron juicios negativos hacia el gobierno anterior. Una forma de medición no muy imprecisa es ver la variación en bancas de diputado, dado dos elementos: que en Uruguay la adjudicación de bancas entre los partidos es por proporcionalidad pura y que al ser 99 diputados, cada banca equivale a casi un uno por ciento (1,01%).

AntecesorInvocanteSucesorInicio gobiernoBancas al inicioBancas siguientesVariación
ColoradoNacionalNacional19595147-4
NacionalNacionalColorado19634741-6
NacionalColoradoColorado19675041-9
ColoradoNacionalColorado19903931-8
ColoradoColoradoFrente Amplio20003310-23
Frente AmplioFrente AmplioNacional20155042-8
Frente AmplioNacional¿?202030¿?¿?

Como se puede observar en los gobiernos que ya concluyeron su periodo, en los seis casos en que se apeló a la “herencia maldita” en todos ellos el partido invocante perdió bancas, en un mínimo de 4 y un máximo normal de 9 (y caso extraordinario de 23). Si bien las causas de la pérdida de votos y de bancas debieron ser múltiples, podría sostenerse que la apelación a la “herencia maldita” no tuvo impacto determinante en amortiguar los efectos negativos de otros elementos causales.

Se supone que referir a la existencia de una “herencia maldita” implica apostar a que la ciudadanía va a disminuir las exigencias en cuanto al gobierno invocante, es decir, va a otorgar un plus de tolerancia que le permitiría lograr mejor nivel de aceptación con menores logros, o mantener la aceptación con resultados fácticos negativos. También puede suponer que se espera generar un rechazo al gobierno anterior que fuese mayor a la pérdida que ese partido ya tuvo en las urnas, cuando hubo quedado fuera del gobierno.

Va de suyo que para que tuviere algún efecto se requiere de cuatro elementos: Uno, que la denuncia de esa herencia resultase creíble para el sector societal en cuya opinión se pretende influir. Dos, que el juego de denuncias no se anule a sí mismo por uso excesivo y termine provocando hartazgo. Tres, que lo denunciado quede registrado en la memoria con entidad suficiente como para impactar en el juicio de valor al final del periodo. Cuatro, que hechos negativos en el periodo de gobierno no afectaren la importancia, credibilidad e impacto de esos componentes de la “herencia maldita”.

El hecho de que en los seis casos analizados el partido denunciante haya finalmente perdido bancas y votos parece sugerir una baja o nula utilidad del recurso en su favor. En cuanto al contrario, en cuanto al maldecido, si se analizan los tres casos en que la denuncia fue del propio partido contra sí mismo, es posible que de haber habido efecto, hubiese sido negativo. Y en los otros tres casos, de haber habido efecto, habría sido poco duradero, en tanto ambos partidos -el Nacional y el Colorado- retornaron a la cabeza del gobierno a posteriori de las campañas contra su herencia. Lo que no se examina en este análisis es si ha habido o no efecto en relación a fracciones o liderazgos.

En cuanto a la actual ola de invocación de la “herencia maldita”, para saber su efecto definitivo habrá que esperar al 27 de octubre y al 24 de noviembre de 2024.


1 Ver “Esa recurrente ‘herencia maldita’" en El Observador, julio 18 de 2020.

2 No se tiene en cuenta la “Ofensiva Baguala” contra Luis Alberto Lacalle, porque no aparece de forma explícita como un ataque del gobierno entrante contra el saliente. En todo caso, es una categorización diferente a la analizada.