El Observador
O hay una falla o se cree que la conducción es producto de la espontaneidad. […] El Plenario Nacional eligió una personalidad como Ricardo Ehrlich para conducir una transición, y para ello le dio un tenedor, sin que se sepa cómo será el fin de esa transición. Hay pocos días, no mucho más de alguna que otra semana, para que aparezcan señales claras
El FA se vuelca hacia sí mismo y no acierta a definir su camino
Si se mira el juego político como un juego de ajedrez, se observa que la Coalición Multicolor partió con la iniciativa desde el ciclo electoral nacional 2019, hace veinte o veintiún meses. Se situó a la ofensiva y la mantuvo hasta el 8 de julio, cuando La Izquierda (política y social) alcanzó las 800 mil firmas que llevan a referendo la nave insignia de este gobierno, conocida como Ley de Urgente Consideración (LUC). Consecuentemente, el Frente Amplio en todo ese periodo quedó a la defensiva hasta lograr dar vuelta la partida, tomar la iniciativa y pasar a la ofensiva.
Pero ese cambio de posiciones fue fugaz, duró 16 días. Es que mantener la iniciativa supone pensamiento estratégico, claridad táctica, unidad de pensamiento y acción. Ahora en el terreno político, supone existencia de una conducción central y capacidad de conducción. No lo hay.
La estrategia es la resultante de muchos vectores en sentido diferente: las decisiones oscilantes y a veces contradictorias de la bancada de senadores, algún empuje de la bancada de diputados, el juego individual de cada una de las tres intendencias a su cargo, la acción separada de sus principales corrientes y hasta acciones individuales de algún que otro referente de esas mismas corrientes.
Quizás la raíz de este problema radica en que se observa mucha confusión con el concepto de conducción. Parece que muchas veces se ve el problema de conducción como qué hacer con la estructura organizacional cuyo vértice se encuentra en la sede de Colonia y Ejido, estructura compleja con un funcionamiento permanente a nivel nacional de un Plenario, una Mesa Política, un Secretariado, un Grupo de Acompañamiento de la Presidencia y una estructura de Presidencia. A lo que se suma una bancada en cada cámara que toma sus decisiones por separado y dos intendencias clave, que concentran la mayoría de la población, y se mueven a su propio compás. Y con una concepción analógica de las decisiones, con espíritu más notarial que político.
O hay una falla o se cree que la conducción es producto de la espontaneidad. Porque conducción implica un conjunto de personas que efectivamente ejercen la conducción del todo, porque se parte de que cada uno de ellos ejerce la conducción de una parte de ese todo, de una corriente, o gobiernan medio país en el ámbito de sus limitadas atribuciones, y todos juntos ejercen de consuno la conducción de ese todo. Conducción es conducir: definir objetivo estratégico, planificar una estrategia, decidir dónde y quiénes diseñan y aplican la táctica.
Conducción es tomar decisiones sobre la priorización de temas, definir si se va por la divisoria de aguas (oposición versus oficialismo compactado) o se va por buscar resultados mediante el operar en fisuras del oficialismo, decidir en qué se pacta con quién y en qué se confronta con ese mismo quién, supone definir y articular la relación con las fuerzas sociales, y en particular con el accionar de los dirigentes y militantes frenteamplistas que a su vez son dirigentes en el campo social. Además, nada menor, implica definir hacia qué clases sociales se dirige la propuesta y la lucha del partido político.
Por si fuera poco, se le cuela con demasiada anticipación las carreras por la candidatura presidencial, las que –como comenzó a ser en 2019- se corren esencialmente como proyectos y aspiraciones personales. Se observa lo que parece absurdo, que no se ve que de nada sirven las aspiraciones presidenciales si el Frente Amplio no resintoniza con los segmentos sociales que perdió, no construye una verdadera conducción y articula una estrategia clara y central, y por encima de todo, no gana el referendo contra la LUC. Si en el referendo triunfa el oficialismo, el retorno al gobierno al Frente Amplio se le dificulta más aun. Vistas las prioridades de discusión en el Plenario Nacional del sábado 24 de julio, no hay clara conciencia que el partido político se juega mucho en ese referendo, que para nada lo tiene ganado.
El centro de discusión en el Frente Amplio es cómo rearmar la conducción formal a partir de la paridad de género. Sin duda es un tema de principios muy relevante. Es un tema de alta preocupación en dirigencias y militancias, casi todas ellas pertenecientes a las capas medias y medio altas, de alto nivel educativo. Ocurre que la preocupación de la mayoría de las mujeres votantes del Frente Amplio, y de las que dejaron de votarlo, anda por otro lado: qué hacer con los hijos cuando van a trabajar, cómo conseguir trabajo con las dificultades de criar a los hijos, la paridad de género en sueldos y condiciones de trabajo, cómo llegar a fin de mes, cómo sostener a las personas mayores que no están en condiciones de trabajar. Es también la preocupación de la mayoría de los hombres votantes del Frente Amplio, o que dejaron de votarlo. Y de los hombres y de las mujeres que podrían llegar a votarlo, o al menos votar ahora la abrogación de la LUC. Hay una fuerte disonancia entre lo que preocupa adentro y lo que preocupa afuera.
La contracara en la Izquierda es lo que pasa en las organizaciones sociales como sindicatos, cooperativismo de vivienda por ayuda mutua, movimientos feministas. Fueron en su momento los promotores de la impugnación de la LUC mediante referendo. Son hoy los que debaten la estrategia en la campaña por el voto por SI y ven los problemas del día al día de los uruguayos como el tema central del debate político: empleo, precios de alimentos y canasta familiar, salarios e ingresos por cuenta propia, pobreza. O lo hacen también algunas corrientes frenteamplistas, cada una por su lado.
El Plenario Nacional eligió una personalidad como Ricardo Ehrlich para conducir una transición, y para ello le dio un tenedor, sin que se sepa cómo será el fin de esa transición. Hay pocos días, no mucho más de alguna que otra semana, para que aparezcan señales claras.