Caras y Caretas
Como la encuesta no es una pregunta, sino 90, mirando algunos otros elementos del trabajo se puede extraer una conclusión cualitativa: el Frente Amplio estaría entrando en una zona problemática. No como la que tuvo hasta setiembre del año pasado, pero tampoco tiene la holgura que tuvo hasta marzo […] ¿Cómo operan las posibles candidaturas del Frente Amplio? Sin ir al extremo de aquella frase de que el FA gana con una heladera, de los nombres más potentes pueden hacer pequeñas diferencias- pero no lo veo sustancial.
¿Qué conclusiones se pueden extraer de los últimos estudios de opinión pública sobre el panorama político a pocos meses de que se entre de lleno en período electoral?
Nosotros difundimos una última encuesta que se cerró el 14 de mayo. Esa encuesta no recoge dos hechos importantes y que aún no sabemos qué impacto pueden tener: el procesamiento de Sendic y la reaparición pública de Sanguinetti. Esta última medición denota que el Frente Amplio, que estuvo un largo período mal, centrado en una banda del 29 al 31 de intención de voto -aparentemente en una relación de causa efecto, luego de producida la renuncia de Sendic y tras el fallo del Tribunal de conducta Política, que da la impresión que es lo que tuvo más impacto en la opinión pública-, comienza una línea ascendente que se mantiene tres trimestres consecutivos llegando al 33, 34 y 36 respectivamente. Esta vez le da 35, lo cual significa una descenso de un punto, que en una encuesta no afecta mucho, pero es una señal de que se estaría frenando la línea ascendente. Y como la encuesta no es una pregunta, sino 90, mirando algunos otros elementos del trabajo se puede extraer una conclusión cualitativa: el Frente Amplio estaría entrando en una zona problemática. No como la que tuvo hasta setiembre del año pasado, pero tampoco tiene la holgura que tuvo hasta marzo. Ahí algo se le ha complicado y habría que estudiar bien las causas. Pero hubo una serie de señales que dio el Frente Amplio como el tema de la caja militar, el TLC con Chile o el tema de Alur, con el que dio señales de estar enredado, de no saber cómo resolverlo.
¿Puede haber afectado el problema de la inseguridad?
Nosotros tenemos la percepción, y está fuera de duda según nuestras encuestas, de que el tema de la seguridad es el tema más importante para los uruguayos, pero tenemos una expresión, que es discutible: el tema de la seguridad no mueve la aguja electoralmente. No necesariamente un tema por ser importante cambia el voto. Para cambiar el voto tiene que suceder que se responsabilice a alguien, al cual se va a dejar de votar, y se considera que otro tiene alternativa. Lo que nosotros hemos observado es que globalmente el promedio de la sociedad cuestiona a todos los que han gobernado Uruguay o considera que el fenómeno excede a los gobiernos. Es un tema en que Uruguay no está tan mal como otros países de la región, y si está mal, se culpa a los gobiernos y dice que es un proceso largo que ha atravesado a todos los gobiernos y que cada vez fue peor y no ve alternativa en otro lado. Los desconformes con el tema de la seguridad que votan al Frente Amplio no consideran que el Partido Nacional, el Partido Colorado o el Partido de la Gente sean una alternativa al problema como para cambiar el voto.
Sin embargo, en el Partido Nacional, Jorge Larrañaga impulsa un plebiscito por la seguridad y en el Partido de la Gente se hace la incorporación ruidosa del exfiscal Gustavo Zubía.
Sí. Ellos tienen el diagnóstico de que el tema de seguridad va a decidir los votos, pero a nosotros no nos da eso. Me refiero sobre todo al Partido de la Gente, o globalmente a la oposición Partido Nacional más Partido de la Gente. El Partido Colorado no maneja tanto el tema. Lo manejaba o lo maneja Pedro Bordaberry, pero no los que están en la cancha electoral. La iniciativa de Larrañaga para mí tiene otra explicación. Ahí lo que le importa a Larrañaga hoy es cómo se mueve la aguja dentro del Partido Nacional, y en el Partido Nacional sí hay un sector importante del electorado que tiene la idea de que la inseguridad es culpa del gobierno, que se requieren medidas fuertes y él claramente se corre a una postura más de derecha, más represiva en un juego de captación interna entre Lacalle Pou y él. Pero para mí la variable no es en relación al Frente. Muchas veces alguien golpea a otro, pero no para captarle al otro, sino para captarle al que tiene al costado.
¿Es un instrumento para competir en la interna?
Básicamente. Debe haber convicciones internas, pero yo estoy analizando el juego político. Siempre los políticos juegan, en parte, por manejo del tablero, y en parte, por convicciones. No es que se van de un extremo a otro porque sí, porque creen que hay una cantera de votos. Larrañaga ya hace años que ha propuesto crear una policía nacional, la Guardia Republicana, que, de hecho, ya está existiendo. Él viene en esa línea hace tiempo y lo había conversado mucho con Mujica en su momento.
Por otro lado, la impresión que tenemos es que otra vez el procesamiento de Sendic puede volver a impactar sobre el Frente Amplio. Hay un problema que tiene el Frente, que, a mi juicio, le cuesta muchas veces captar a los dirigentes: no está compitiendo con ningún otro partido. Cuando alguien tuvo 48% del electorado y está por debajo, sea 30% o 35%, tiene un margen de cientos de miles de votos de gente que lo votó normalmente, por lo menos en tres elecciones consecutivas y muchos todavía más, toda su vida o son jóvenes de hogares donde siempre se votó al Frente Amplio. El problema del Frente Amplio es con sus votantes desencantados o desilusionados.
¿Es un desencanto por izquierda o por derecha?
Hay hipótesis de varios comportamientos. Hay un comportamiento que se puede llamar “por izquierda”. Alguno que está objetivamente medido, canalizándose hacia Unidad Popular. Unidad Popular está en el doble de lo que votó. Y la percepción que se tiene es que es una pérdida neta no recuperable del Frente y desilusión por izquierda. Luego hay otra desilusión que puede ir “por izquierda” de sectores que pueden haber mejorado o han mejorado, pero que tienen otro tipo de insatisfacciones. Ahí puede jugar la inseguridad. Pero no se están yendo a otro partido. Están diciendo que no votan al Frente Amplio, pero no están diciendo qué harían. Hay otro más hacia el centro que tiene discrepancias con una política económica que golpea a las capas medias, profesiones o de pequeños y medianos comercios, fabricantes o prestadores de servicios, cuya características básicas es que trabajan por su cuenta o tienen niveles asalariados elevados. Ahí, sobre todo en el nivel profesional, que fue un nivel muy fuerte de basamento de la izquierda uruguaya y del Frente, es donde se concentra una gran desilusión. Y luego hay otra que tiene que ver con el plano ético y que se concentró mucho en la figura de Sendic. En algún momento dijimos que Sendic es él y lo que él representa, cuando una figura refleja una disconformidad mucho más amplia. Y en esa disconformidad hay cosas éticas en el sentido de atribuírsele usos y manejos del Estado incorrectos, pero que a veces se maneja el concepto de despilfarro cuando no necesariamente alguien se quedó con un dinero, sino que manejó mal o irresponsablemente los dineros. Y eso se ve como algo que está muy concentrado en la imagen de Ancap y Alur, pero que cuando se explora un poco más, está más generalizada la visión de despilfarro. Pero también cuando se habla de lo ético, se encuentra desencanto en que, en la izquierda, lo que antes era militancia hoy es lucha por cargos y eso también genera un desencanto. No nos olvidemos de que estamos hablando de no estar con los partidos tradicionales o rechazarlos de largo tiempo. Y uno de los elementos de rechazo era la praxis política de los partidos tradicionales y ahora consideran que el Frente está incurriendo en las mismas prácticas. Y eso genera dos fenómenos: no estamos con el Frente porque creíamos que era algo distinto o lo fue, pero no podemos volver a los partidos tradicionales porque precisamente eso era lo que rechazábamos y lo que rechazamos del Frente es que se asemeje a lo otro. Ese es un bolsón muy importante de la desilusión.
Es un bolsón difícil de conquistar para los partidos tradicionales.
Ahí hay dos temas. Uno tiene que ver con el rechazo de praxis política y otro es que en ese bolsón de desilusionados es donde hay una mayor adhesión a un conjunto de valores que ha defendido el Frente Amplio, y sobre todo muy fuertemente en el período anterior, vinculado a lo que se puede llamar liberalismo cultural: es decir, lo que tiene que ver con el aborto, la marihuana, el papel de la mujer, el matrimonio homosexual, y la igualdad de las parejas en el matrimonio. Todo lo que tiene que ver con lo que usualmente se llama nueva agenda de derechos y que usualmente no tiene pie del otro lado porque del otro lado las posiciones son las opuestas a lo que ellos sienten. Ahí hay una tensión entre la desilusión con el FA y tener una serie de valores y principios que ven reflejados. Hay una gran incógnita de adónde va ese sector. Se notaba que hasta marzo estaban retornando al Frente Amplio, pero ahora ha bajado. Aun así uno nota que a la hora de decantar, ese votante termina votando al Frente Amplio y eso lo levanta hasta bastante más de 35%. También hay otra que ha estado oscilando y lo que haga tiene que ver con qué actitudes tome el Frente Amplio y no solamente en el tema de las candidaturas.
Por otro lado, la suma de la oposición está dando crecimiento. Si sumamos al Partido Nacional, el Partido Colorado y el Partido de la Gente, estamos en 45%. Lo cual está dejando a la oposición en una posición algo mejor que en la elección. Están muy fuertes. Y el Partido Independiente, que lo analizo aparte, hay que ver cómo se posiciona. Por un lado se sitúa claramente en la oposición, a diferencia del período entre 2009 y 2014, pero dentro de la oposición ha tenido actitudes, como por ejemplo firmar un documento junto con los demás partidos, que lo sitúan junto al bloque opositor, pero por otro lado ha comenzado a emitir documentos donde dice que en Uruguay no hay una oposición, hay dos. Una representa la vieja política y otra, la del PI, que integra la nueva política, tratando de despegarse. Pero va a haber que esperar que ocurre con el Partido Independiente y sus votantes. Está fuerte, pero no está consolidado. Lo que está consolidado es que es mucho más que la vez pasada. Es un partido que tiene un crecimiento neto. Hay un escenario posible en la elección y es que el área tradicional quede distanciada de la mayoría parlamentaria y que el Frente también y que se de el fenómeno de que otros actores cubran esa diferencia: Unidad Popular por un lado y el Partido Independiente por otro. Y en un país en el que la presidencia de la República tiene peso para conformar alianzas para construir mayorías parlamentarias, ¿qué pasaría en un balotaje? Hasta el mes de marzo estábamos convencidos de que el Frente Amplio tenía las mayores posibilidades de ganar el balotaje, pero la encuesta de mayo nos deja alguna duda. Por eso va a importar lo que pase con el tema Sendic y cómo hace el Frente para unificar su acción como en el tema del TLC con Chile y en otros temas que aparezcan. Según cómo juegue eso, el Frente puede poner en riesgo esas mayores posibilidades de ganar.
¿Cómo operan las posibles candidaturas del Frente Amplio?
Yo diría lo siguiente: sin ir al extremo de aquella frase de que el FA gana con una heladera, de los nombres más potentes, uno diría que pueden hacer pequeñas diferencias, pero no lo veo sustancial. Y cuando hablo de las candidaturas más potentes, me estoy refiriendo a Mujica, Astori y Daniel Martínez. Con cualquiera de los tres no veo que cambie demasiado la aguja en números macro. Hay más candidatos en la vuelta. En la lista que hace cualquiera ponen a Yamandú Orsi, Carolina Cosse y también Mario Bergara. Yo los he llamado candidatos “if”. Serían candidatos si no se produce tal cosa. Mario Bergara ha dicho que podría ser candidato si no se presenta Astori, lo mismo Orsi con Mujica. Carolina Cosse es más independiente de aparatos y estructuras, pero creo que también va a depender mucho porque me parece difícil una candidatura de ella si está Mujica en la cancha.
¿En el espacio opositor ya está dirimido? ¿Finalmente va a ser Lacalle Pou el que accederá a ese posible balotaje?
Hoy por hoy la mayores probabilidades son un balotaje Frente Amplio-Lacalle Pou. Me parece imposible que no haya balotaje: el FA, de tres veces que ganó, en una sola oportunidad lo hizo sin balotaje. Y los partidos tradicionales podrían llegar a tener mayoría parlamentaria sumados. Por ahora la diferencia de Lacalle Pou dentro del Partido Nacional es grande, aunque hay una incógnita que es qué van a hacer los intendentes y si esa candidatura presenta un juego de tres, o si se va a la polarización Lacalle Pou-Larrañaga. Y el Partido Colorado está en un momento que hay que esperar. La reaparición de Sanguinetti movió el tablero, claramente. Ya hizo un par de apariciones y generó sucesos. Pero hoy por hoy él dice de forma creíble que no va a ser candidato a presidente. Pero el problema de Sanguinetti como el de Mujica es que a veces terminan no siendo dueños de esa decisión. Son los hechos políticos y su gente los que empujan la decisión. Tiene más probabilidades de ser candidato al Senado.
¿Usted piensa que las circunstancias lo podrían llevar a ser candidato a presidente?
Hoy no, pero hay que ver cómo se desarrollan los hechos. Yo diría que hoy lo más probable es que no, pero no diría con 100% de certeza que no va a ser candidato. Veo alguna lucecita de “capaz que…”. Si los batllistas ven que hay competitividad real, ahí cabría la posibilidad de que fuera candidato.
¿Lo van a definir las encuestas y los focus groups?
Los políticos que operan con racionalidad en las decisiones estratégicas, es decir, los que no lo hacen a pasión, manejan las encuestas con las percepciones propias. Cuando un candidato genera un fenómeno, salvo los fanáticos, los demás lo ven. Lo sienten en la piel, en la gente cuando se le acerca. Cuando ven que algo funciona, lo ven. A veces se entusiasman demasiado. Lo ven más grande que lo que mide la encuesta y se enojan con la encuesta, y en realidad es que el fenómeno es menor que lo que ellos perciben, pero son varias señales la que ven los dirigentes políticos para dar los pasos. Sanguinetti tiene una ventaja sobre los candidatos del Frente Amplio en los tiempos de la definición. El Frente se autoimpuso un tiempo mucho más restrictivo porque en diciembre es el Congreso y ahí hay predefinidas candidaturas. Puede suceder, como pasó en 2009, que arrancan cinco candidaturas y a junio llegan tres. Dos eran realmente las candidaturas potentes, pero hubo tres menores. Este congreso obliga a un timing que además arranca antes con el plenario, que implica que tiene que haber definiciones. No existen los “if”. O este es candidato o no lo es. En cambio, Sanguinetti tiene razonablemente hasta abril porque las elecciones son el 30 de junio. Y en el caso de Sanguinetti la percepción es que no importa que sean sólo dos meses de campaña electoral, porque en la interna si él decide ser el candidato, entonces es el candidato único del Partido Colorado. No hay posibilidad de que pierda dentro del Partido Colorado. Eso no significa que los demás se retiren, sino que gana la interna. Él lo único que necesita en la interna del Partido Colorado es inscribir el nombre. Ahora, el tema es a qué aspira el Partido Colorado. Si a lo que aspira es a ir al balotaje, se pone una meta muy alta que me parece extremadamente difícil. El objetivo mínimo podría ser no caer del resultado de 2014, y menos aun del de 2004. Estamos hablando de un partido que en épocas normales tuvo 50% y que llegó a tener, en elecciones competitivas, sin nadie que se abstuviera, 60% en 1942; tiene mucha historia para repuntar. El segundo objetivo es alcanzar y superar la votación de 2009, en la que alcanzó 17%, y el objetivo ideal de muchos colorados es llegar a 20%. Porque suponiendo que la oposición ganara el balotaje, no es lo mismo que la relación entre Partido Colorado y Partido Nacional sea 4 a 1, o incluso 5 a 1, a que terminen 3 a 2. Con 4 a 1, es un socio dueño de la pelota y otro socio menor que acompaña. Y creo que Sanguinetti ha entrado en la política electoral esencialmente porque es un hombre de partido, un hombre que siente a los partidos políticos como valores importantes y que quedó convencido de que si sigue como viene, el Partido Colorado está en una situación extremadamente complicada. Y que él tiene que salir a rescatar al Partido Colorado. Que no puede quedar como que por su comodidad personal el partido se derrumbe sin haber hecho el esfuerzo de rescatarlo. Me parece que es un sentido de responsabilidad de pertenencia política que siente profundamente.
¿Su reaparición responde más a salvar al partido que salvar al país, como sugirió?
Desde su óptica, son las dos cosas. Porque cuando alguien cree en una idea política, cree que su idea es lo mejor para el país. Todos creen que las ideas de sus partido salvan al país. Cada uno cree que su partido es el mejor instrumento para salvar o mejorar el país. Y además, probablemente, si salvar el país se entiende que es sacar al Frente Amplio, él cree que un Partido Colorado vigorizado le podría llegar de alguna manera a los frenteamplistas desencantados, porque Sanguinetti tiene un freno y es una visión muy extendida entre conjuntos de personas que lo ven muy de derecha, en temas como Ley de Caducidad y algunos otros, pero por otro lado, a veces las mismas personas sienten que ha sido, de los que han ocupado la presidencia de la República, el único -además de Mujica- que se jugó por la despenalización del aborto. Y que tiene un discurso de defensa de la laicidad del Estado. Fue el más fuerte opositor con la instalación de la Virgen en el puerto del Buceo. En ese sentido, hay un segmento del electorado que cree mucho en la laicidad y en la nueva agenda de derechos y que tiene a un Tabaré Vázquez a favor de la penalización del aborto o a un intendente de Montevideo que propuso la virgen en el puerto del Buceo. Porque tampoco es un Frente Amplio monolítico en esos temas, como antes, cuando todos los dirigentes tenían el mismo pensamiento sobre esa agenda. Ahí hay un puente que pueden intentar construir hacia ese electorado de frenteamplistas desencantados. Es una apuesta y, como toda apuesta, se cumple o no.